miércoles, enero 30, 2008

Construção - Chico Buarque, 1971

Amó aquella vez como si fuese última,

Besó a su mujer como si fuese última,
Y a cada hijo suyo cual si fuese el único,
Y atravesó la calle con su paso tímido.

Subió a la construcción como si fuese máquina,
Alzó en el balcón cuatro paredes sólidas,
Ladrillo con ladrillo en un diseño mágico,
Sus ojos embotados de cemento y lágrima.
Sentóse a descansar como si fuese sábado,


Comió su pobre arroz como si fuese un príncipe,
Bebió y sollozó como si fuese un náufrago,
Danzó y se rió como si oyese música
Y tropezó en el cielo con su paso alcohólico.

Y flotó por el aire cual si fuese un pájaro,
y terminó en el suelo como un bulto fláccido,
Agonizó en el medio del paseo público.
Murió a contramano entorpeciendo el tránsito.

Amó aquella vez como si fuese el último,
Besó a su mujer como si fuese única,
Y a cada hijo suyo cual si fuese el pródigo,
Y atravesó la calle con su paso alcohólico.

Subió a la construcción como si fuese sólida,
Alzó en el balcón cuatro paredes mágicas,
Ladrillo con ladrillo en un diseño lógico,
Sus ojos embotados de cemento y tránsito.

Sentóse a descansar como si fuese un príncipe,
Comió frijoles con arroz como si fuese el máximo,
Bebió y sollozó como si fuese máquina,
Danzó y se rió como si fuese el próximo
Y tropezó en el cielo cual si oyese música.

Y flotó por el aire cual si fuese sábado,
Y terminó en el suelo como un bulto tímido,
Agonizó en el medio del paseo náufrago.
Murió a contramano entorpeciendo el público.

Amó aquella vez como si fuese máquina,
Besó a su mujer como si fuese lógico,
Alzó en el balcón cuatro paredes fláccidas,
Sentóse a descansar como si fuese un pájaro,
Y flotó en el aire cual si fuese un príncipe,
Y terminó en el suelo como un bulto alcohólico.

Murió a contramano entorpeciendo el sábado.

Por ese pan de comer, por ese suelo para dormir.
Un registro para nacer y un permiso para reír.
Por dejarme respirar y por dejarme existir.
Dios le pague.

Por esa grapa de gracia que tenemos que beber.
Por ese humo y la desgracia que tenemos que toser.
Por los andamios de gente para subir y caer.
Dios le pague.

Por esa arpía que un día nos va a adular y escupir.
Y por las moscas y besos que nos vendrán a cubrir.
Y por la calma postrera que al fin nos va a redimir.
Dios le pague

miércoles, enero 23, 2008

LA HUELLA


Miguel salió de su casa como cualquier otro día, despreocupado y sin muchos motivos para estar ni enfadado, ni contento, tenía que hacer unas cuantas cosas aunque aún no había decidido en qué orden las iba a llevar a cabo, lo pensaría por el camino.

La noche anterior había llovido en la ciudad y esa mañana las aceras estaban mojadas. Miguel atravesó la carretera y llegó hasta el otro lado de la calle donde comenzaba un destartalado parque de barrio con aspecto abandonado; tenía varias filas de árboles que intentaban simular una alameda sin mucho éxito, la mayoría de ellos estaban secos y con ramas tronchadas, no habían tenido la oportunidad de crecer mucho, un seto rodeaba el alargado parque y servía de frontera con la acera. Completaban la estampa algunos bancos de madera llenos de inscripciones y desperdigados por el recinto y un grupito de columpios oxidados que aún mantenían gotas de la lluvia nocturna.

El día acompañaba en todo al desamparo que inspiraba el parquecillo, el sol estaba cubierto por unos nubarrones grises y corría algo de viento. Miguel se adentró en el parque y empezó a caminar por él sin prisa, con las manos en los bolsillos y mirando sin ver las puntas de sus zapatillas de deporte (la abuela siempre le reprendía por ello y le decía que andara con la cabeza erguida), divagando. De pronto, se fijó que en el albero húmedo aún que cubría esa zona se dibujaban unas huellas de calzado que le antecedían y le resultaban familiares. No empezó a sorprenderle este hecho hasta que comprobó que curiosamente estaba haciendo inconscientemente el mismo recorrido que iban marcando las huellas, entonces, divertido, se paró y se giró.
"Casualidades de la vida", pensó al ver que al andar precisamente había colocado sus zapatos sobre las huellas, de modo que parecía que una sola persona había pasado por allí. Miguel se volvió y siguió adelante, de repente paró otra vez, sin terminar de saber por qué se entretenía en algo tan nimio. Miró los pasos que había dado y se dió cuenta de qué era lo que le extrañaba. Las huellas que quedaban tras él eran idénticas a las que había delante, formaban la misma figura y sus zapatos coincidían exactamente con los del anónimo paseante que caminó antes que él por este mismo sitio.

Continuó su paseo un poco más aprisa, mirando estupefacto cómo, sin proponérselo, su pisada se dirigía automáticamente hacia el molde que había en la arena, una y otra vez, un paso tras otro, llegando al otro extremo del parque; ahora eran las baldosas de la calle las que recogían una marca de tierra estampada por suelas de goma, igual a la suelas de sus zapatillas. Miguel volvía la mirada constantemente hacia atrás, ya no le hacía tanta gracia la situación, que cuanto más se alargaba se tornaba más extraña. Esta coincidencia estaba durando demasiado para serlo, así que cuando dobló la esquina Miguel ya estaba un tanto nervioso.

Al alzar los ojos unos metros hacia delante quedó petrificado, las pisadas se iban atenuando paulatinamente para después resurgir esta vez formadas por el agua de un charco que había en la acera. Decidió cambiar el rumbo, giró a la derecha y pasó entre dos coches pero las huellas ya se habían adelantado y marcaban esta precisa bifurcación del camino proyectado. Corrió por ellas cruzando la carretera y rápidamente volvió a cruzarla en sentido inverso, pero ellas ya estaban allí. Miguel empezó a sentir miedo, "un miedo ridículo" pensaba, pues no sabía muy bien si aquello era una jugarreta de su propia imaginación, que estaba llegando más lejos que de costumbre o si pasaba más allá de su mente, en el mundo real. Continuó corriendo cada vez más, intentando amagar los pasos dibujados en el pavimento en el último segundo, la gente se detenía a observarle pensando que era un chiflado, él saltaba a la pata coja, luego con ambos pies, como si estuviese jugando en los cuadrados de tiza que pintan los niños en las calles...trazaba curvas, saltaba sobre los coches, incluso se colgó en las espaldas de un transeúnte que ya tenía dibujada una marca de zapato en su pantalón.

"Esto es demasiado", Miguel salió despavorido, el pánico le empezaba a ahogar, todo era tan esperpéntico que no se le ocurría nada para frenar la situación. Se quitó los zapatos pero ahora las huellas eran de la tela mojada de sus calcetines y unos suaves óvalos se distinguían entonces en el suelo. Se paró, las huellas le indicaban que tarde o temprano echaría a andar, o a correr, o... Sólo le quedaba una posibilidad de escapar de los pasos marcados. Con determinación entró en uno de los portales y subió al ascensor, con los ojos cerrados pulsó uno de los botones sin saber a qué planta correspondía, atravesó en dos zancadas el rellano sin mirar al suelo, subió el primer tramo de escaleras hasta el descansillo y allí se encaramó al ventanal.

Durante unos segundos estuvo tentado de mirar si las huellas habían adivinado a qué piso iba a subir o si las habría burlado pero estaba seguro de que no podrían seguirle en este recorrido. Con una sonrisa autosuficiente se lanzó al vacío desde la ventana; lo último que vió fue una mancha de sangre desparramada ya en la calle. Lo que los forenses no pudieron determinar fue la planta desde la que Miguel se lanzó.
No encontraron ninguna huella.

domingo, enero 20, 2008



Soy yo, mi mano izquierda también soy yo, mis pelos del culo soy yo, la uña curvada de mi dedo gordo del pie soy yo, cada uno de mis pezones soy yo
y todo mi gran culo también soy yo;
mi barbilla, y el rojo de mis ojos, y los dos hoyuelos soy yo
y hasta el filo de mi colmillo derecho soy yo;
el olor de mi coño y de mis axilas y mi mismísimo aliento soy yo,
todas las líneas quebradas de mis manos,
mi barriguita y mis codos con su carne arrugada y ajena,
mi clavícula salida soy yo, los huesudos anillos de mi pescuezo soy yo, mis castigadas rodillas, mis labios apretados soy yo y también todos mis pliegues, todos mis poros y todo el vello que se extiende anárquicamente por mi cuerpo soy yo...

jueves, enero 17, 2008

Carros de fuego violeta recorren las calles desiertas lanzando crepitantes reflejos en pupilas dilatadas Vacío y...ruido como la fracción de silencio tras la explosión ruido y vacío Diagonal de cuadros de ajedrez se desenrosca en forma de trapecio polvo brillante suspendido navegando entre la luz El largo pasillo sostiene una atmósfera tibia de casa andaluza Una maceta en uno de los ángulos un portón de cristal esmerilado al fondo catalizando los rayos que son despedidos hacia el rectángulo de cuadros colocados en diagonal yo sentada en un lado del pasillo intento agarrar un ramillete de flores de luz y partículas microlunares un rayo las radiografía las descubre invadiendo el espacio emparedado por este túnel rectangular paredes altas techos amarillentos una caja de fotos de motas de polvo con luz dislocada a través de un cristal apompado como una infección una infección me habita me paraliza me vuelve gris o me revela a mis ojos que siempre siempre siempre fui gris Incluso plasmar esto supone una ocultación un escepticismo Porque eres cobarde porque no eres capaz de ir al espejo y decir eres de puta madre esperas que te lo digan a ti otros si otros para sentirte bien Qué bonito hacer un ridículo favor a una persona agradecida aunque sea falsamente agradecida formalmente agradecida da igual lo evidente que sea la pantomima porque tu parte baja te traicionará caerá a pesar de saber y aún peor creerás saber y te engañarás a pesar doble estupidez y doble satisfacción Egocentrismo

Escaparate

Hoy voy a permitirme un poco de ejercicio autocompasivo y a lamerme las heridas un ratito (si no, ¿para qué coño colgué este blog?); son las tres de la mañana y aún siento una bola de hierro en el pecho, tengo la impresión de no tener fuerza en los brazos, los músculos de mi cara no tienen ganas de moverse, quieren adoptar una actitud de esfinge pero la verdad es que me siento vulnerable, pobre, vacía, plana, incapaz y triste (yaa, ya sé que me pongo muy dramática, que no es pa tanto, pero ¿qué dije al principio?).

Esta noche, y tal vez desde hace algunos días (pero hoy lo noto con especial fuerza), tengo una maraña de emociones no declarada hecha con un poco de todo, y ninguna es agradable. Supongo que es así como se siente una cuando algo que te importa no sale como te gustaría que llegara a ser.

Nunca, nunca había tenido esta sensación antes.

Antes no me importaba un carajo lo que hacía, y todo resbalaba por la película de indiferencia con la que asistía a mi propia existencia, lo miraba todo con una cierta distancia, como a través de un escaparate; cada uno defiende su maltrecho corazón como puede. A veces, me descubro otra vez escurriendo el bulto por las esquinas, con la puñetera máscara puesta en la cara y en la conciencia para no ver lo que va mal en mí, otras, al más puro estilo escarlataohara-miraparaotrolado-y-piénsalomañana; pero alguna vez topa uno con su propio estercolero mental y emocional y, tarde o temprano, te embarga.

Hoy pongo el corazón, y me duele. Mañana será otro día, pero esta noche estoy en el agujero, y al final casi que siento una sádica alegría de experimentar esto, no es cómodo y no sé cómo, pero espero que esto me ayudará a crecer, a conocerme, a superarme y sobre todo y aunque no consiga nada sopesable, a luchar; para luchar tiene que haber adversidad.
Supongo que también intento racionalmente procesar y quitarle importancia al hecho porque sé que no tiene entidad como para generar angustia, sería vergonzoso reconocer esto frente a los problemas "reales". Pero los sentimientos son caprichosos, y no entienden de escalas de valores, y estas pequeñas cosas también forman parte y alteran mi mundo, y sintiéndolo mucho, mi estado de ánimo. Y mejor será reconocerlo que aplicar cubitos de hielo para insensibilizar la zona. He dicho y resumiendo: ESTOY JODIDA CONMIGO MISMA.

martes, enero 08, 2008

Hope There´s Someone

Espero que haya alguien que cuide de mi
Cuando muera, cuando me vaya
Espero que haya alguien que libere mi corazón
Que le guste sostenerlo cuando esté cansado
Hay un fantasma en el horizonte

Cuando me vaya a la cama
¿Cómo podré dormir al llegar la noche?
¿Cómo descansará mi cabeza?
Oh, estoy espantado del lugar que hay

Justo entre la luz y ninguna parte
No quiero ser el elegido
Allí abandonado, allí abandonado
Hay un hombre en el horizonte
Que desea que me acueste
Si sucumbo a sus pies esta noche
Permitirá que descanse mi cableza
Así que hay una esperanza de que no me asfixie
O de que quede paralizado por la luz
Y como un regalo caído del cielo, no quiero irme
Al final del horizonte.
Espero que haya alguien que cuide de mi

Cuando yo muera, cuando yo parta
Espero que haya alguien que libere mi corazón
Y que me abrace cuando esté cansado…